viernes, 28 de diciembre de 2007

No hay lugares para la música en vivo y el teatro independiente

Las clausuras continúan en la Ciudad de Buenos Aires.
Al día de hoy pocos lugares en la ciudad pueden ser utilizados para espectáculos con música en vivo.
Estas medidas provocaron el surgimiento de “cuevas” donde la seguridad no solamente es escasa sino nula en absoluto. Si el objetivo pretendido es garantizar condiciones mínimas para la realización de espectáculos el camino no son las clausuras.

La Unión de Músicos Independientes presentó hace meses una demanda de inconstitucionalidad sobre las regulaciones vigentes al considerarlas discriminatorias para el desarrollo de la actividad laboral de los artistas. Un fallo a favor de la UMI permitirá rever todas las normativas actuales, muchas dictaminadas a los apuros tras la tragedia de Cromagnon.
El presidente de la UMI, Diego Boris denunció que entre otras cuestiones, a los lugares donde los músicos pueden ejercer su trabajo se les exige habilitaciones y permisos adicionales que van desde la confirmación de los conciertos con demasiada antelación hasta los horarios restringidos para actuar. Con éste panorama, los organizadores no prefieren contratar músicos para que toquen en vivo.
En relación a la flamante normativa de “Clubes de Música”, revindicada por la defensa que pide el rechazo por inadmisible del reclamo de la UMI, Boris aclaró que solo con esa medida no satisfacen las plazas necesarias para garantizar el trabajo ya que principalmente no incluyen a los clubes de barrio ni sociedades de fomento como alternativas para la música en vivo, ni tampoco a los recintos que permitan en su capacidad el ingreso entre 300 y 1000 personas.

No fue a partir de Cromagnon que los teatros independientes se preocuparon por la situación habilitatoria.
Durante las últimas décadas, la actividad teatral independiente de la Ciudad fue creciendo en forma geométrica y creando nuevos espacios de configuración heterogénea que fueron convalidados por las sucesivas administraciones, a través de registros oficiales, subsidios, publicaciones y participaciones en eventos locales e internacionales. He aquí la primera contradicción. Por un lado, se reconocía y se promovía la actividad teatral independiente y sus nuevos espacios y por el otro lado, no se daba una respuesta legal a la situación habilitatoria.
Los teatros independientes durante el 2003 y 2004 realizaron numerosas gestiones ante distintas reparticiones del Gobierno de la Ciudad, de la Legislatura y en particular ante la Dirección General de Habilitaciones.
Todos los intentos fueron infructuosos.
A la fecha, la Ley nº 2147, cuya entrada en vigencia se produce el día 28 de diciembre de 2006 y que regula el funcionamiento de los establecimientos que desarrollan la actividad de teatro independiente, ordena a los titulares de los establecimientos adecuar las condiciones edilicias y de funcionamiento a la nueva normativa.
La magnitud de las cifras que se desprende de los costos de habilitación, las remodelaciones de los espacios, las firmas profesionales por cada rubro de responsabilidad técnica y el costo de los trámites administrativos, configuran una erogación considerable para la economía de los espacios teatrales.

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