lunes, 4 de febrero de 2008

Falleció El Chango Nieto



El deceso del folclorista se produjo el pasado 31 de enero en un sanatorio de Buenos Aires a los 64 años de edad. El músico venía luchando desde hace mucho tiempo por su vida debido a un grave estado de salud.

En la última edición de Cosquín, iba a protagonizar el espectáculo "Salta es una fiesta" junto a Las Voces de Orán, Canto 4 y Melania Pérez, junto al Ballet Camín, pero su enfermedad no se lo permitió y su lugar fue tomado por el Juan Carlos Saravia.
El mismo Saravia, desde el escenario "Atahualpa Yupanqui", manifestó que el Chango (gestor de ese espectáculo), estaba pasando por un momento difícil e hizo que las 8000 personas que estaban en la plaza, le gritaran "Te queremos Chango, te queremos".

A lo largo de su carrera, editó alrededor de 600 canciones que lo llevaron a ser uno de los referentes del folclore nacional. El músico recibió infinidad de condecoraciones, entre las que se destacan, dos estatuillas Konex a la trayectoria.

Por esas cosas del destino, Nieto falleció el mismo día que Don Atahualpa Yupanqui hubiese cumplido 100 años.

Centenario del Nacimiento de Don Atahualpa Yupanqui




Atahualpa Yupanqui es el mayor referente de la música folklórica argentina. Compositor, guitarrista, cantante y escritor, ha dejado una obra cuyo conocimiento es esencial para acercarse al paisaje musical argentino, así como a sus costumbres, su entonación y su memoria.
Profundo conocedor del interior de la Argentina, así como también hombre de amplia cultura universal, supo abordar tanto los temas simples de la sufrida vida rural, como adentrarse en los enigmas e interrogantes que plantea el universo. Y sin salirse nunca de las sencillas formas de la copla y de la canción popular. Encontraremos así en su obra las preguntas que asaltan al pensador durante las noches de desvelo, la soledad, las quejas del pobre carente de trabajo, la dura vida del hombre de campo, los paisajes del Tucumán y de otras provincias argentinas, la evocación de diversos personajes camperos y algunos momentos autobiográficos, entre muchos otros temas.
Las formas musicales a las que recurre con mayor frecuencia son la milonga, la zamba, la chacarera, la canción norteña y la vidala.

Entre sus canciones más conocidas podemos citar: Viene clareando, El arriero, Zamba del grillo, La añera, La pobrecita, Milonga del peón de campo, Camino del indio, Chacarera de las piedras, Recuerdos del Portezuelo, El alazán, Indiecito dormido, El aromo, Le tengo rabia al silencio, Piedra y camino, Luna Tucumana, Los ejes de mi carreta, Sin caballo y en Montiel, Cachilo dormido, Tú que puedes vuélvete, así como también el extenso relato por milonga El payador perseguido.
De cualquier manera, no hay que olvidar que esta selección es apenas una muestra de un cancionero de gran extensión y calidad, y al que uno puede acercarse a través de cualquiera de sus obras.
Para completar este breve panorama proponemos una segunda serie de canciones para quien esté interesado en conocer más profundamente la obra de Yupanqui: Milonga del solitario, Las coplas de baguala del Valle Calchaquí, El poeta, El promesante, Canción de los horneros, Guitarra dímelo tú, Tierra querida, La viajerita, Lloran las ramas del viento, Huajra, Cruz del sur, Adiós Tucumán, La estancia vieja, Caminito español, Las preguntitas, Los hermanos, La colorada, Pago viejo, Nostalgias tucumanas, etc.,
LECTURAS RECOMENDADAS

"EL CANTO DEL VIENTO" - Atahualpa Yupanqui - Ediciones Siglo Veinte, 1988 -
Recuerdos de infancia y juventud, evocación de distintas provincias argentinas y de sus personajes y músicos, relatos y poemas, pero sobrevolando todo esto, una profunda definición estética. La demarcación precisa de un camino y de una búsqueda constante a lo largo de toda su vida. Una lectura trascendental para todos aquellos que quieran adentrarse en el universo de Yupanqui y también para quienes quieran definir su rumbo dentro de la música folklórica argentina.
"TIERRA QUE ANDA - ATAHUALPA YUPANQUI - HISTORIA DE UN TROVADOR" - Fernando Boasso - Ed. Corregidor, 1993.
Una reseña de su vida basada en los escritos y canciones de Yupanqui y en una amplia colección de artículos periodísticos y reportajes. Sus nueve capítulos: Tierra querida - Tierra que anda - Caminos del Trovador - Cerro Colorado - Cada canción, una historia - Pablo del Cerro - El hombre y la obra - Los grandes temas - Premios y distinciones.
"ATAHUALPA YUPANQUI" - Félix Luna - Colección Los Juglares, Ediciones Jucar, 1974.
Más sintético que el anterior, brinda una rápida aproximación a la figura de Yupanqui. Incluye un cancionero básico.
"ATAHUALPA YUPANQUI, EL CANTO DE LA PATRIA PROFUNDA" - Norberto Galasso - Ediciones del Pensamiento Nacional - Colección Los Malditos (Colihue), 1992.
"ATAHUALPA YUPANQUI-CUCHI LEGUIZAMON" - José Tcherkaski - Editorial Galerna, 1984.
+ Libros
· Piedra sola (1939)
· Aires (1943)
· Cerro Bayo (1953)
· Guitarra (1960)
· El payador perseguido (1972)
· Confesiones de un payador (Ediciones Galerna)(1984)
· La palabra sagrada (1989)
· La Capataza (1992)
· La canción triste
· Coplas del payador perseguido (Rama Lama Music España, 2007)

Biografía
Héctor Roberto Chavero Aramburu nació en la Provincia de Buenos Aires, un lluvioso 31 de enero de 1908, en el paraje conocido como Campo de la Cruz, y fue registrado en Pergamino, ciudad distante a 30 km de allí, 88 km al norte de Junín y 224 km al noroeste de la Ciudad de Buenos Aires. Su padre era originario de la provincia de Santiago del Estero ( Loreto), situada unos 800 km al norte, y tenía sangre quechua. Su madre era vasca.
Los primeros años de su infancia los pasó en Roca, pueblo de su provincia natal, donde su padre trabajaba en el ferrocarril.
Allí sus días transcurren entre los asombros y revelaciones que le brinda la vida rural y el maravilloso descubrimiento del mundo de la música, al que se acerca a través del canto de los paisanos y el sonido de sus guitarras: "(...) mientras a lo largo de los campos se extendía la sombra del crepúsculo, las guitarras de la pampa comenzaban su antigua brujería, tejiendo una red de emociones y recuerdos con asuntos inolvidables. Eran estilos de serenos compases, de un claro y nostálgico discurso, en el que cabían todas las palabras que inspirara la llanura infinita, su trebolar, su monte, el solitario ombú, el galope de los potros, las cosas del amor ausente. Eran milongas pausadas, en el tono de do mayor o mi menor, modos utilizados por los paisanos para decir las cosas objetivas, para narrar con tono lírico los sucesos de la pampa. El canto era la única voz en la penumbra (...) Así, en infinitas tardes, fui penetrando en el canto de la llanura, gracias a esos paisanos. Ellos fueron mis maestros. Ellos, y luego multitud de paisanos que la vida me fue arrimando con el tiempo. Cada cual tenía 'su' estilo. Cada cual expresaba, tocando o cantando, los asuntos que la pampa le dictaba" ("El canto del viento", I).
Y la guitarra será un amor constante a lo largo de toda su vida. Luego de un breve y fracasado intento con el violín, comienza a tomar clases de guitarra con el maestro Bautista Almirón, y allí queda marcado a fuego su destino y su vocación. Descubre, además, la existencia de un vasto repertorio que excedía los temas gauchescos.
"Muchas mañanas, la guitarra de Bautista Almirón llenaba la casa y los rosales del patio con los preludios de Fernando Sor, de Costes, con las acuarelas prodigiosas de Albeniz, Granados, con Tárrega, maestro de maestros, con las transcripciones de Pujol, con Schubert, Liszt, Beethoven, Bach, Schumann. Toda la literatura guitarrística pasaba por la oscura guitarra del maestro Almirón, como derramando bendiciones sobre el mundo nuevo de un muchacho del campo, que penetraba en un continente encantado, sintiendo que esa música, en su corazón, se tornaba tan sagrada que igualaba en virtud al cantar solitario de los gauchos" ("El canto del viento", II).
Sus estudios no pudieron ser constantes ni completos, por diversos motivos: falta de dinero, estudios de otra índole, traslados familiares o giras de concierto del maestro Almirón, pero como él mismo señala estaba el signo impreso en su alma, y ya no habría otro mundo que ése: ¡La Guitarra! "La guitarra con toda su luz, con todas las penas y los caminos, y las dudas. ¡La guitarra con su llanto y su aurora, hermana de mi sangre y mi desvelo, para siempre!" ("El canto del viento", II).
Desde que empezó a dar a conocer sus poemas firmaba con el seudónimo de Atahualpa Yupanqui. La etimología de este nombre la dio él mismo: "Viene de lejanas tierras para contar algo" (Ata: viene; Ku: de lejos; Alpa: tierra; Yupanqui: narrarás, haz de contar).
Se cuenta que sus manos fueron gravemente dañadas a culatazos por un grupo militar de extrema derecha. Las Coplas del payador perseguido, serían, al parecer, una respuesta a dicha agresión: "y aunque me quiten la vida/ o engrillen mi libertad/ y aunque chamusquen quizá/ mi guitarra en los fogones/ han de vivir mis canciones en l'alma de los demás". Esta canción estuvo prohibida en algunos países, como, por ejemplo, en la España franquista. Atahualpa Yupanqui estuvo exiliado en París (Francia), ciudad en la que murió el 23 de mayo de 1992.